Diez semanas después del Huracan María.
¿Como recupero el deseo de seguir viviendo?
(JOPD)
2 de diciembre 2017
La destrucción de dos huracanes (el
huracán Irma y el huracán María) en Puerto Rico en menos de un mes causó una
catástrofe nunca vista en la cadena de islas del Caribe. En menos de un mes, el
huracán María, el 20 de septiembre, un huracán de categoría 4, cruzó la isla
desde el sudeste hacia el noroeste, dejando una franja de destrucción que nunca
se experimentó en Puerto Rico. Este huracán ha creado pérdidas catastróficas de
entorno natural y construido.
Como resultado del Huracán María, el
pueblo puertorriqueño, comenzó a sentir
el impacto psicosocial de la destrucción: pérdida de energía eléctrica, agua
potable, comunicaciones y desplazamiento masivo a los Estados Unidos.
Si bien hay intentos de reconstruir la
red eléctrica, despejar la basura y satisfacer las necesidades básicas de la
ciudadanía, ha habido una cobertura limitada de los resultados psicosociales de
este huracán en el pueblo de Puerto Rico. Este escrito intenta clarificar las
causas y la respuesta emocional de las personas, familias y comunidades
afectadas. En un esfuerzo por sobrevivir al impacto, la población afectada se
volvió muy excitada, un estado que ha durado aproximadamente diez semanas.
La mente y el cuerpo entraron en un estado
sin precedentes de mayor activación psicológica, social y neurológica. Las
personas afectadas se están enfocando en sus necesidades inmediatas,
independientemente de las relaciones preexistentes con la comunidad. Lo cual
crea un sentido de aislamiento (Tengo que bregar con esto yo solo). La
excitación y las alta activa los instintos
de supervivencia aumentan la actividad física y psicológica. El cerebro se
enfoca en la amenaza. La atención se centra en la supervivencia, por lo que el
cuerpo libera recursos físicos y psicológicos para hacer frente a la necesidad
inmediata de sobrevivir.
El esfuerzo es tal que la visión del
mundo se vuelve muy estrecha, por lo que la atención hacia uno mismo y la
conciencia del vecindario y la comunidad se reduce considerablemente. Ahora lo
importante para las personas afectadas es reemplazar la percepción de la
pérdida física, ambiental y social y sustituirlas por intensas impresiones que
dominan la experiencia de sobrevivir al huracán. El pueblo puertorriqueño se ha
sometido a un proceso radical de reorganización psicosocial para enfrentar el
"aquí y ahora". Su percepción de esta nueva realidad excluye el
futuro y el pasado. Es posible que un gran porcentaje de la población
experimente estrés post trauma, sino no pueden manejar los cambios
psicosociales y físicos de la nueva realidad comunal Puertorriqueña.
El
proceso de "desprendimiento psicosocial" resulta en una
profunda interrupción de la continuidad preexistente y el desarrollo continuo
de los aspectos psicosociales de la vida individual y colectiva. Dado a que el
desprendimiento no es familiar, las personas afectadas no reconocerán la
interrupción psicosocial en su ser, ni tampoco comprenderán su impacto en su
futuro crecimiento y evolución psicosocial en su lugar, este desapego
psicosocial afectará la continuidad normalmente constante, que se da por
sentada y no experimentada conscientemente durante nuestras vidas.
Existen tres factores que afectarán la
continuidad de la vida: (1) el sentido subjetivo de muerte inminente, lesión e
impotencia; (2) cuán inmersas están las personas afectadas en escuchar los
sonidos y la furia de los vientos, la lluvia y la ola de destrucción; y (3)
cómo ha perdurado la amenaza percibida, identificando cuándo se restablecerá la
seguridad y la protección. En el caso de Puerto Rico, han transcurrido diez
semanas y aproximadamente la mitad de la isla carece de electricidad, agua
potable y comunicaciones.
Nuestra expectativa referente al ciclo de
vida, es que el cuerpo humano se pierda en la muerte. Sin embargo en este ciclo
el impacto psicológico después del Huracan,
puede conducir a desconexiones corporales (síntomas psicosomáticos),
falta de interés en las sensaciones (comida, calor o sexualidad), disociación y
entumecimiento en el cuerpo, y
experiencias fuera del cuerpo. Todos estos síntomas están asociados con
el estrés traumático causado por el huracán. El costo emocional en el
desarrollo psicosocial de los sobrevivientes tiene implicaciones importantes para el futuro:
ü Cuántos de los amigos,
miembros de la familia y miembros conocidos de la comunidad han muerto,
desaparecido y dado por muerto o cuyo destino se desconoce.
ü ¿Dónde se encuentran los
familiares, amigos y miembros de la comunidad, quienes han desaparecido a
través de la migración o movimiento involuntario dentro de Puerto Rico, como
resultado del huracán María?
ü Cómo nuestras vidas han
cambiado después de enfrentar la muerte y ahora muestran una pérdida de
motivación hacia el disfrute de las interacciones diarias con familiares y
amigos, y otras actividades comunitarias normales? El trabajo o profesión, la
casa, el vecindario y las posesiones ya no son importantes.
ü Las ambiciones futuras, los
objetivos y el propósito de la vida han sido cancelados por el huracán.
ü En muchos hay una pérdida de
sentido del lugar. La preparación para la muerte significa perderse a uno
mismo, causando problemas de identidad y de supervivencia, o es un cambio por
el huracán.
El huracán María ha causado consecuencias
complejas para el cuerpo, la mente y los sistemas sociales. El desapego y la
pérdida del sentido del lugar afectan la continuidad de las relaciones
sociales. El efecto psicosocial de este huracán ha roto o degradado el sentido
físico, ambiental y figurativo del lugar que tanto apoya a las personas
afectadas y sostiene el apego al lugar y entre sí.
Después del huracán, y a pesar del lento
proceso de recuperación, las personas afectadas que permanecieron en sus
barrios y pueblos han comenzado a restablecer su lugar formando un nuevo
sistema comunitario orientado a la supervivencia donde el alto estado de
desprendimiento se transforma en una gran energía para el restablecimiento del
lugar. Las personas afectadas por el desastre están desarrollando una característica
común de la experiencia del desastre y su pérdida de lugar. Ahora las
comunidades han adquirido un significado colectivo el uno para el otro y para la sociedad en
general ("Yo no me quito"). Vamos mejorando cada día. El camino es
estrecho y largo pero el deseo de sobrevivir nos hace fuertes y capaces de
seguir hacia adelante y convertirnos en un pueblo mas resilientes.
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